En la actualidad, es común que muchos padres deleguen el tiempo que deberían dedicar a sus hijos en dispositivos electrónicos como tabletas, teléfonos móviles o la televisión. Sin embargo, es importante preguntarnos: ¿estamos realmente aportando de manera positiva a su desarrollo con esta práctica?
Muchas veces, la falta de presencia y atención se intenta compensar con la tecnología. En lugar de preguntarles cómo les fue en la escuela, qué hicieron en su tiempo libre o si necesitan ayuda con sus tareas, los niños son dejados a merced de las pantallas.
Es preocupante ver cómo algunos padres, cuando sus hijos les piden ayuda con una tarea, responden con frustración o desinterés: «¿La profesora no te lo explicó?», «¿Por qué no entiendes?», «Pregúntale a tu padre», o simplemente «Búscalo en internet». Estas respuestas pueden generar sentimientos de soledad y rechazo en los niños, empujándolos a buscar refugio en la tecnología.
Como padres, debemos reflexionar sobre si estamos fomentando la dependencia de nuestros hijos a los dispositivos digitales y las posibles consecuencias de ello. La falta de interacción y afecto puede provocar frustración, ansiedad y, en casos más graves, depresión. Hoy en día, muchos padres están tan absorbidos por el trabajo o el uso excesivo del teléfono que no dedican el tiempo necesario a sus hijos.
Cuando se intenta corregir este problema mediante la prohibición repentina del uso de la tecnología, los niños pueden experimentar ansiedad, ya que han desarrollado un apego emocional a estos dispositivos debido a la falta de conexión real con sus padres. En algunos casos extremos, esta situación puede derivar en problemas emocionales graves.
Es fundamental que como padres nos hagamos responsables y dediquemos tiempo de calidad a nuestros hijos. Brindarles amor, apoyo y atención genuina es clave para su desarrollo emocional y social.
La tecnología no debe reemplazar el vínculo familiar, pues el tiempo pasa rápido: hoy son niños, mañana serán adultos con posibles frustraciones y vacíos emocionales.
Aún estamos a tiempo. Nunca es tarde para empezar a fortalecer la relación con nuestros hijos y enseñarles el verdadero valor del amor y la conexión humana.
Te lo dice una madre que enfrenta esta realidad con los ojos bien abiertos.
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Fuente: santiagodigital.net
