
«El primer Papa latinoamericano se marcha con el orgullo generalizado de los suyos. Que el presidente argentino, Javier Milei , le haya despedido con palabras de aprecio , en las que expresamente reconoce que la relación entre ambos no empezó con buen pie (antes de llegar a la Casa Rosada, Milei se había despachado a gusto sobre Francisco), muestra un recorrido que han hecho muchos otros líderes regionales que inicialmente desconfiaron de Bergoglio. El primer giro en ese sentido ocurrió también en Argentina, cuando Cristina Fernández de Kirchner –tan peronista como en última instancia era el propio Pontífice– buscó tempranamente las paces con alguien a quien al resultar elegido como sucesor de san Pedro quiso combatir por temor a que le «robara» su base popular.Diversas actitudes de Francisco no han sido bien recibidas durante este tiempo por muchos dirigentes del centro y la derecha de América Latina, la región con mayor número de católicos del mundo. El guante blanco con Cuba y con Venezuela; el hilo mantenido con Nicaragua a pesar de la abierta persecución de Daniel Ortega y su esposa contra la Iglesia Católica, y la rápida disposición a entrevistarse con mandatarios de izquierda en el Vaticano son algunos de los aspectos que fueron creando un distanciamiento. Noticia Relacionada CLAVES DE LATINOAMÉRICA estandar Si La sorpresa del año de Milei es la ausencia de un estallido social Emili J. Blasco El kirchnerismo no ha logrado organizar grandes movilizaciones callejeras contra un presidente con una aceptación superior al 50%Sin embargo, en el momento de la muerte del Papa, esas actuaciones se muestran cuando menos inocuas. No solo Francisco no propició, voluntaria o involuntariamente, ninguna ola ideológica, sino que cabe aceptar como prudente, viendo la trayectoria multisecular de la diplomacia vaticana, el no querer quemar del todo las naves con ningún gobierno, sobre todo si eso no acarrea especiales daños.El legado del Pontificado, al final, más bien enorgullece a casi todos. Una visión muy centrada en los pobres y los marginados, en la esperanza y la misericordia, en el clamor en favor de la paz –especialmente en Ucrania y en Tierra Santa– y en contra de los abusos de todo tipo son cuestiones muy propias de lo que debiera ser la voz de Latinoamérica. ¿Es que un Papa latinoamericano podía significarse de otro modo? ¿No es esto lo que debía caracterizar a un Papa proveniente del continente con mayor desigualdad del mundo? Carente de especiales errores, que hubieran marcado negativamente el recuerdo del único Papa latinoamericano en estos dos mil años de Cristianismo, la imagen positiva que queda constituye una medalla que ahora muchos corren a ponerse. Esto tiene que ver con la general amabilidad con que se suele despedir a un finado, pero aquí también prima ese orgullo «de origen».Inquietudes del Sur GlobalSin ser un catalizador del cambio del orden mundial como lo fue Juan Pablo II , quien contribuyó a la caída del Telón de Acero, Francisco ha sido buen exponente del momento de transición en el que se encuentra el mundo. En un contexto de fortalecimiento del Sur Global, el Papa ha sido lo más próximo que cabría esperar de un portavoz de las inquietudes de ese Sur Global. Sin entrar en una confrontación de bloques como la que se venía dibujando internacionalmente –Rusia y China, por un lado; Estados Unidos, Europa y resto de aliados por el otro– Francisco intentó situarse entre ambos mundos : al fin y al cabo, Argentina es plenamente parte de Occidente (que podría asimilarse al Norte Global) y al mismo tiempo está en el Sur.Con todo, Francisco no quiso ser encasillado y evitó una identificación demasiado estrecha con Sudamérica o con Argentina, país del que ciertamente era «producto». Aunque en sus viajes apostólicos visitó diez países latinoamericanos, no llegó a pisar suelo argentino como Papa. Corría el riesgo de ser aclamado como un Maradona.
Fuente: abc.es