
«El ‘efecto Trump’ se hace notar más allá de las fronteras de Estados Unidos. Al norte, en Canadá, su guerra comercial y sus amenazas de anexión han transformado unas elecciones que parecían decididas en un insólito plebiscito sobre la soberanía nacional. Lo que hasta hace pocos meses se perfilaba como una victoria aplastante para los conservadores de Pierre Poilievre ha virado hacia un cierre de filas en torno a los liberales de Mark Carney, impulsado por una oleada de patriotismo que atraviesa el país de costa a costa.Las elecciones se celebran mañana, convocadas tras la dimisión de Justin Trudeau en enero. Su caída fue el desenlace de un desgaste prolongado: inflación desbocada, crisis de vivienda y una creciente pérdida de apoyo parlamentario, rematada por la salida de su viceprimera ministra y exministra de Exteriores, Chrystia Freeland, en diciembre.Noticia Relacionada estandar Si ¿Y si Canadá se incorpora a la Unión Europea? Javier Ansorena Algunos sueñan con responder a Trump uniéndose a sus aliados europeosEn ese vacío, Mark Carney, un tecnócrata con experiencia al frente de los bancos centrales de Canadá y el Reino Unido, tomó el mando del Partido Liberal y forzó unas elecciones anticipadas, buscando un mandato fuerte frente a la presión cada vez más agresiva de Washington. Su campaña ha sido directa: plantar cara a Donald Trump. Carney ha declarado que la histórica alianza con EE.UU. está rota, ha tendido puentes con Europa y ha trazado una línea propia, lejos del juego de seducción y humillación en el que cayó Trudeau, a quien Trump, sin disimulo, rebajó llamándolo «gobernador» y dando por sentada la anexión del país.Pero el ‘efecto Trump’ no solo ha cambiado el tablero federal. Ha tenido también un impacto inesperado: ha dejado moribundo al independentismo quebequés. En Quebec, donde históricamente ha resistido con fuerza el sentimiento soberanista, la amenaza externa del sur ha provocado un repliegue nacional sin precedentes. Frente a la posibilidad real de una anexión o subordinación a EE.UU., incluso sectores tradicionalmente separatistas han optado por reforzar la unidad canadiense. Los viejos agravios contra Ottawa han quedado en segundo plano ante un adversario mayor: el inquilino de la Casa Blanca. Por primera vez en décadas, el impulso por separarse se ha visto desbordado por la necesidad urgente de proteger la existencia misma de Canadá.Los dos candidatos y el saliente Arriba, Mark Carney líder de los Liberales y Poilievre, líder conservador. A la derecha, TrudeauEl gran perdedor de este giro inesperado es Pierre Poilievre. El líder conservador había construido su campaña sobre un mensaje de ruptura y descontento, convencido de que bastaba con denunciar que «Canadá está roto» para asegurarse una victoria arrolladora. Pero su estilo populista, su cercanía retórica a Trump y su apuesta por un nacionalismo firme de corte estadounidense han terminado pasándole factura. Según las últimas encuestas, los conservadores han perdido la ventaja de 25 puntos que tenían a comienzos de año y ahora marchan por detrás de los liberales. Incluso en provincias tradicionalmente más conservadoras como Ontario y Quebec, el rechazo a Trump ha arrastrado a Poilievre para abajo.Movilización de los votantesCrucial va a ser la movilización, que se espera alta, otro efecto inesperado de Trump. Más de 7,3 millones de canadienses –cerca de un cuarto del electorado– ya han votado por anticipado, batiendo el récord histórico de participación temprana, según datos de Elections Canada. Las largas filas en los colegios, incluso durante el fin de semana de Pascua, reflejan una reacción de fondo: el miedo a una pérdida de soberanía ha despertado a un electorado que parecía resignado al desgaste político y encaminado a la apatía. El voto anticipado ha crecido un 25% respecto a las últimas elecciones y todo indica que el país llegará mañana en un estado de movilización inusual, con la soberanía nacional, y no la inflación, como principal motor de esta marcha a las urnas.Votación de la Cámara de los ComunesEn Canadá, se vota para elegir a los 343 miembros de la Cámara de los Comunes, uno por cada distrito electoral. No se elige directamente al primer ministro: el líder del partido que consigue la mayoría de los escaños, o que logra formar una mayoría con apoyos de otros partidos, es invitado por el gobernador general a formar gobierno y se convierte en primer ministro. Si ningún partido obtiene mayoría absoluta, se abre un periodo de negociaciones para formar gobierno o se puede convocar otra elección.El clima electoral es ciertamente inusual. Trump mantiene una ofensiva política inédita: ha impuesto aranceles del 25% , ha insultado a sus líderes, ha sugerido de forma reiterada que Canadá debería ser el «estado 51» de EE.UU. y, este mismo viernes, de camino a Roma para asistir al funeral del Papa Francisco, insistió en que no bromea cuando plantea la anexión. Cada provocación ha reforzado la percepción de que esta elección no es solo un debate interno, sino una cuestión existencial.Según el promedio de encuestas de CBC, los liberales mantienen una ventaja del 42% frente al 39% de los conservadores, aunque el margen se ha reducido desde el inicio de la campaña. Algunos sondeos apuntan a una diferencia aún menor, pero los analistas coinciden en que, por la distribución del voto en el país, el Partido Liberal sigue bien posicionado para retener el poder. Esto era impensable antes de que Trump volviera al poder, cuando las continuas meteduras de pata de Trudeau parecían condenar a la izquierda a una larga travesía del desierto. En enero, los conservadores gozaban de una ventaja en las encuestas de 27 puntos, que se ha esfumado sin ellos haber hecho nada.La respuesta a Trump ha sido inmediata . Se han cancelado viajes a EE.UU., se han boicoteado productos americanos y, sobre todo, ha renacido un nacionalismo que atraviesa todo el país. Lo que parecía un sentimiento residual, limitado a discursos oficiales, se ha convertido en un reflejo masivo: defender Canadá frente a una amenaza real. En provincias tan distintas como Ontario, Quebec o la Columbia Británica, se enarbola con orgullo la bandera nacional y se habla de resistencia. Frente a los insultos, los aranceles y las amenazas de anexión, Canadá ha cerrado filas.La elección de mañana, que debía ser un plebiscito sobre el legado de una década de Trudeau, se ha transformado en un plebiscito sobre Trump. Más que debatir sobre inflación, inmigración o independentismo, los canadienses votan ahora sobre su relación con EE.UU., su propia soberanía y su lugar en el mundo frente a una amenaza abierta que viene de quien era su amigo más leal.
Fuente: abc.es