
«Lleno el pasado 22 de junio en Barbarossabad, una piscina al aire libre de Gelnhausen. Varias niñas, de entre 11 y 16 años, jugaban en la zona de remolino de agua, una de las atracciones, cuando fueron rodeadas por un grupo de hombres jóvenes que las manosearon a pesar de sus protestas y gritos. Debido a la cercanía de los toboganes y los motores de agua, sus chillidos fueron confundidos con los habituales en esos espacios lúdicos. Apenas lograron liberarse, acudieron al personal de la piscina e identificaron a los cuatro hombres. «Les llamamos la atención pero, como no habíamos visto lo que había pasado, los enviamos de vuelta al agua. Si ocurría otro incidente, tenían que informarlo de inmediato, por supuesto», declaró después el responsable, Nils Tischer. Las niñas fueron a avisar a sus familias, que llamaron a la Policía. Los agresores tuvieron que identificarse y resultó que eran cuatro sirios de entre 18 y 28 años de una misma familia. Además de las cinco niñas, en medio del revuelo causado por la presencia policial en la piscina, otras cuatro menores denunciaron que también habían sido víctimas, «tocadas en cabello, pies, muslos y zona del pecho» según el informe. «Estos son incidentes graves, tenemos que tomarlos muy en serio. Ahora es importante que los autores sean enjuiciados rápidamente. Y, si la investigación demuestra que el personal actuó con negligencia, también se deben tomar medidas al respecto», advirtió el ministro regional de Interior de Hesse, Roman Poseck , quien habló de «tolerancia cero».Noticia Relacionada Atropello masivo con 28 heridos estandar No Un refugiado afgano revienta la seguridad de la Cumbre de Múnich rosalía sánchez corresponsal en berlín «La Policía patrullará en adelante las piscinas y también el vecindario con más frecuencia. También proporcionaremos a las víctimas toda la ayuda posible, desde asesoramiento penal hasta apoyo psicológico. Yo me encargaré de eso personalmente», anunció el alcalde, Christian Litzinger.Episodios como este son más frecuentes de lo que a los responsables de las piscinas alemanas les gusta reconocer. «Yo ya he dejado de ir a la piscina con los niños, pero en olas de calor como esta es inevitable», se quejaba esta semana Benka, una madre de Berlín. «Tenemos dos hijas, de 12 y 14 años, y evitamos que vayan a las piscinas públicas por este peligro, pero es muy difícil explicarles por qué. No queremos cortar su inocencia y no queremos que piensen que todos los extranjeros son peligrosos, pero lo cierto es que la situación en las piscinas no es segura ahora», denuncia por su parte Leon, residente en Schöneberg.En junio, cuatro niñas y mujeres de 13, 14, 20 y 28 años pidieron ayuda al personal de seguridad porque un búlgaro de 36 años las había tocado bajo el agua contra su voluntad en Ludwigshafen. Solo a 14 kilómetros de distancia, «mientras una niña de 14 años estaba haciendo el pino, un hombre de 27 años le tocó la zona de la pelvis y agarró sus nalgas», informó un portavoz policial, que evitó desvelar la nacionalidad del agresor. El verano pasado, solo en las piscinas de Berlín, se registraron un total de 61 delitos violentos, incluidas 40 agresiones, 15 casos de coacción, privación de libertad o amenazas, y cinco violaciones. El portavoz de Berlines Bäder, Matthias Oloew , subraya que «sí, hay este tipo de incidentes, pero es cierto que el número de cargos penales por abuso sexual es extremadamente bajo en relación con la cantidad de millones de personas que van a las piscinas. La mayoría de las veces, un bañista denuncia a otro porque se siente tocado indecentemente de alguna manera en una piscina llena. Esto siempre es difícil de manejar, incluso para los socorristas». Oloew reconoce que desde la llamada «crisis de los refugiados» han aumentado las denuncias, pero aclara que, mayoritariamente son otros los problemas causados por el choque cultural . «El mayor problema es que muchas personas de los países árabes no saben nadar y saltan a la piscina menos profunda, de manera que molestan a los niños pequeños. Nuestros socorristas tienen constantemente que sacar a alguien. El otro problema son los grupos grandes que no se comportan, es decir, son ruidosos, se empujan, lo que a otros bañistas que quieren nadar en paz no les gusta. Tenemos empleados de guardia que hablan árabe y carteles con las normas en varios idiomas», describe el día a día. En Büren se han instalado varios carteles recordando la prohibición de los tocamientos en el agua. Pero ha sorprendido uno de ellos porque muestra a una mujer blanca madura tocando la zona genital a un joven de piel oscura con el aviso: «¡Alto! ¡Prohibido tocar!».
Fuente: abc.es