
«El precio de ejercer el poder ha sido altísimo, incluso para el hombre más rico del planeta. Elon Musk , otrora símbolo global de la innovación tecnológica, abandona hoy discretamente Washington , desgastado por las polémicas que eligió protagonizar. Aunque su fortuna sigue siendo colosal, ha sufrido una erosión notable: ha perdido 131.000 millones de dólares (115.000 millones de euros) en lo que va de año y su patrimonio ha caído hasta los 264.000 millones (217.000 millones de euros) este mes de abril. Su capital se estima hoy se estima en 301.000 millones (265.000 millones de euros). Su cálculo ha sido, como mínimo, temerario. Apostó por una alianza con Donald Trump sin medir el daño a su principal base de clientes: progresistas urbanos que ven en el coche eléctrico una herramienta contra el cambio climático y en Trump su negación.Los beneficios de Tesla se han desplomado en cuestión de semanas. El valor de sus vehículos y el precio de sus acciones también. Conducir un Tesla se ha convertido, en muchas ciudades dominadas por los demócratas, en un acto de riesgo. En Washington abundan las pintadas amenazantes. En una de ellas, junto a una diana pintada sobre el capó de un Tesla, puede leerse: «Matar a Elon».Noticia Relacionada Caída del 71% estandar Si Elon Musk se retira del Gobierno de Trump tras el pronunciado hundimiento de Tesla David Alandete | Corresponsal en Washington El empresario reduce su papel en Washington tras una caída del 71% en los beneficios de la empresa y un boicot global contra la marca por su alianza con TrumpLo que comenzó como una cruzada personal por lo que Musk describía como «el saneamiento del sistema» ha terminado convertido en un desgaste financiero, reputacional y político de gran magnitud. Su figura, que durante años simbolizó la innovación sin fronteras, empieza a fracturarse bajo el peso de sus propias decisiones. El martes, en una llamada con inversores, Musk confirmó lo que ya era evidente: se retira de su implicación directa en el Gobierno de Estados Unidos . Volverá a centrarse en sus empresas -principalmente Tesla y SpaceX- y reducirá su presencia en Washington a «uno o dos días por semana».No lo hacía por dinero. Musk no cobraba salario como asesor especial del presidente . Dedicaba largas jornadas a elaborar lo que él consideraba planes necesarios y honestos: agilizar la burocracia, depurar el aparato federal, rediseñar la infraestructura tecnológica del Estado. Su problema fue el tono. Decidió hacerlo todo -y más- con una actitud desafiante, irreverente, a menudo despectiva con la institucionalidad que decía querer mejorar.Un día irrumpió en el Despacho Oval con su hijo en brazos y declaró ante los periodistas: «A veces es difícil proyectar seriedad». Nunca la buscó. Recorrió los pasillos de la fastuosa residencia presidencial con botas de ‘cowboy’, camiseta negra con el lema «soporte técnico» y una gorra roja que decía: «Trump tenía razón en todo».Trump observa cómo X Æ A-12, el hijo de Elon Musk , se rasca la nariz en el Despacho Oval REUTERSProclamaba su lealtad a Trump entre carcajadas, con gestos teatrales y frases deliberadamente provocadoras. Su estilo, más que el contenido de sus propuestas, fue lo que terminó erosionando su figura pública. Lo que para algunos inversores parecía una jugada audaz para ganar influencia en Washington, degeneró en pocos meses en un espectáculo divisivo y, para muchos, radicalizado.Musk no tuvo reparos en cruzar límites. Poco dado a la moderación, usó su red social X para amplificar teorías conspirativas, elogiar a partidos de extrema derecha en Europa -como Alternativa por Alemania- , burlarse de las víctimas ucranianas de la invasión rusa e incluso tildar de «traidor» a un senador demócrata condecorado como astronauta y veterano militar. Lo que comenzó como un rol incómodo se volvió insostenible. Su irreverencia, lejos de influir, terminó por aislarlo dentro del propio gabinete.Las disputas internas fueron notorias. Una de las primeras fue con el secretario de Estado, Marco Rubio, a quien Musk acusó de tibieza por no despedir a suficientes diplomáticos . Rubio le respondió, seco, que se ocupara de sus propios asuntos. Algo similar ocurrió con el secretario de Transporte, Sean Duffy. Y cuando Trump anunció su gran medida comercial -el sistema universal de aranceles recíprocos-, Musk tomó distancia. Reacio a las barreras comerciales, especialmente teniendo plantas de Tesla en China, fue acusado por el asesor Peter Navarro de anteponer sus intereses empresariales a la agenda presidencial. Musk replicó en su estilo: «Es más tonto que un saco de ladrillos».La cruzada arancelaria de Trump acabó en repliegue. Ordenó una moratoria de 90 días, justo lo que Musk había aconsejado desde el principio. Una pequeña victoria, pero también episodio final de una batalla perdida. Musk deja la Casa Blanca a los cien días de haber llegado.Las condiciones de su puesto nunca fueron del todo claras. Ni él ni Trump ofrecieron versiones consistentes. Primero se dijo que estaría solo hasta el 250 aniversario de la independencia, el 4 de julio de 2026. Luego, que su límite legal eran 130 días, el máximo permitido sin confirmación del Senado. Nada fue formalizado, pero su salida ya es un hecho, y tanto él como el presidente saben que llega antes de lo previsto.Los datos de ventas de Tesla en mercados clave como California y Nueva York muestran caídas interanuales de hasta el 28%. El daño a su imagen ha sido rápido y profundo, especialmente entre consumidores jóvenes y votantes demócratas, históricamente los más favorables al coche eléctrico.Desde noviembre de 2024, las acciones de Tesla han pasado de más de 400 dólares a rondar los 230, una caída del 45% que ha eliminado cerca de 130.000 millones de capitalización bursátil. Musk, que controlaba más del 13% de la empresa, ha vendido en tres meses cerca de 11 millones de acciones, lo que ha despertado dudas sobre su compromiso con la compañía. Tesla obtuvo un beneficio neto de 409 millones de dólares entre enero y marzo de 2025, lo que representa un desplome del 71% respecto a los 1.400 millones del mismo periodo del año anterior.Actualmente, la mayor parte de su fortuna procede de SpaceX, no de Tesla. Y aunque sigue siendo el hombre más rico del mundo -106.000 millones más que Jeff Bezos-, su figura ha dejado de ser la de un visionario para convertirse en un ejemplo y una advertencia. Sus rivales -Bezos, Mark Zuckerberg, Tim Cook, Sam Altman- han preferido mantener la distancia del Despacho Oval.Musk deja un momento irrepetible, el convertir la columnata de la Casa Blanca en un concesionario de coche s. Trump se hizo traer cuatro modelos de Tesla, para recomendarlos cuando los apuros de la empresa ya empezaban a ser insostenibles. «Este hombre está pagando un precio muy alto por hacer lo correcto», se lamentó Trump. Washington nunca fue un lugar especialmente grato o justo.
Fuente: abc.es