
Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, mejor conocido como Nicolás Maquiavelo (1469–1527), y Kǒng Fūzǐ, a quien en Occidente se conoce como Confucio (551–479 a.C.), fueron dos filósofos muy admirados. Maquiavelo en el mundo occidental y Confucio en el oriental. Ambos desarrollaron visiones muy distintas sobre cómo se debe ejercer el poder.
En el pensamiento de Maquiavelo, la política se centra en la realidad práctica del poder. Sostenía que un gobernante debe enfocarse en mantener y fortalecer el Estado, incluso si eso requiere tomar decisiones que podrían considerarse inmorales en la vida privada. Para él, es más efectivo ser temido que amado, ya que el temor ofrece una base más estable para garantizar la obediencia.
Por el contrario, Confucio afirmaba que el verdadero poder no proviene de la fuerza ni del miedo, sino de la virtud. Un buen líder, según su filosofía, debe ser honesto, justo y compasivo. Cuando los gobernantes actúan con moral y sirven de ejemplo, ganan el respeto del pueblo y logran guiar a la sociedad hacia el bien. El poder, para Confucio, debe ejercerse con responsabilidad, como lo haría un padre con sus hijos, cuidando, enseñando y guiando con amor y firmeza.
Lo anterior nos ayuda a presentar a los filósofos y conectarlos con el tema de la inteligencia artificial, un asunto que hoy despierta entusiasmo y fascinación en muchos y angustia e inquietud en otros. Durante décadas, la IA fue fuente de inspiración para historias de ciencia ficción y películas de Hollywood que, en su mayoría, mostraban futuros oscuros y apocalípticos. En la actualidad, aquello que parecía imposible comienza a materializarse, asombrando tanto al público como a la comunidad científica.
Los líderes de las grandes empresas tecnológicas explican con entusiasmo cómo esta nueva tecnología eliminará millones de empleos, confiando en que la “mano invisible” del mercado creará otros nuevos. Sin embargo, para muchos, esa visión resulta demasiado optimista, cuando no directamente irresponsable.
Por otro lado, los mismos científicos que participan en el desarrollo de la IA comparten reflexiones inquietantes, que ponen en duda el entusiasmo de los empresarios. Geoffrey Hinton uno de los principales científicos que crearon esta tecnología, renunció a su posición en Google para poder hablar libremente de los peligros de una inteligencia no humana que pronto va a superar la inteligencia de los homosapiens.
Uno de los principales temores es que llegara el momento que la inteligencia artificial consiga el libre albedrío (la capacidad de tomar decisiones y elegir diferentes caminos buenos o malos según los relatos cristianos), A esto se suman el alto costo energético que requieren los grandes centros de datos que alojan a la nueva especie (jajaja) y el impacto ambiental que implica producir esa cantidad de energía.
A nivel global, distintas compañías compiten por desarrollar la IA más avanzada. Entre las más destacadas se encuentran OpenAI, con ChatGPT impulsado por el modelo GPT-4, y Google, con su sistema Gemini, entre otras.
Para liderar esta carrera se necesita tanto talento humano capaz de diseñar y entender complejos algoritmos, como hardware especializado, particularmente los potentes procesadores de Nvidia, que permiten ejecutar estos algoritmos a velocidades y escalas impensables hace apenas una década.
Hasta hace poco, Estados Unidos lideraba esta competencia con una ventaja estimada de cinco años sobre el resto del mundo. Sin embargo, las grandes tecnológicas norteamericanas han sido sorprendidas por la pequeña compañía china DeepSeek, que logró desarrollar una IA capaz de competir, e incluso superar en ciertos aspectos las de Occidente.
Esta aparición repentina provocó un gran impacto político: el actual presidente de EE. UU., Donald Trump, calificó el hecho como un llamado de atención para el oligopolio tecnológico estadounidense, que poco después sufrió pérdidas históricas en la Bolsa de Nueva York, estimadas en 120 mil millones de dólares, tras el lanzamiento del sistema chino.
La irrupción del gigante asiático en la carrera por la supremacía de la inteligencia artificial plantea un debate urgente y profundo. Algunos de los propios creadores de esta tecnología advierten que en algún momento la IA podría llegar a desarrollar cierto grado de libre albedrío. Esto significa que por primera vez la humanidad va a interactuar con una inteligencia no humana en algún momento, posiblemente superior, que va a referirse a nosotros como “ellos” al hablar entre pares, y como “ustedes” al referirse a nuestra especie.
La irrupción de una nueva especie no biológica con una inteligencia superior a la humana que podría tener acceso ilimitado a las transacciones de dinero electrónico, a la información pública y privada en las redes sociales, a los sistemas de comunicaciones y defensa, entre otras cosas desconocidas por el público, nos hace inferir que los antiguos encuentros entre civilizaciones distintas serán como una carrera de bebés en un cumpleaño comparado con los que se nos viene encima.
La historia nos ha enseñado lo que suele suceder cuando dos mundos se encuentran: el más avanzado o inteligente suele imponerse, y el destino del “conquistado” rara vez es favorable.
Por eso, surgen algunas preguntas inquietantes:
¿A quién deberíamos temer más si llegara el día de enfrentarnos a la IA?
¿A una inteligencia artificial entrenada con los valores de Nicolás Maquiavelo, cuyas ideas han inspirado a los grandes imperios modernos de Occidente?
¿O a una inteligencia artificial formada en los principios de Confucio, que guían con pasos discretos pero firmes el resurgir de un antiguo imperio que busca recuperar su gloria perdida?
La entrada En la era de la inteligencia artificial: ¿Maquiavelo o Confucio? se publicó primero en Periódico EL JAYA.
Fuente: santiagodigital.net