junio 3, 2025
La particular historia de la 'catadora' de Hitler

«En plena Segunda Guerra Mundial, cuando la comida escaseaba y el hambre asolaba a gran parte dela población europea, mientras las bombas caían a diario, 15 mujeres fueron reclutadas a la fuerza para probar un suculento festín vegetariano tres veces al día. Pero en esta descripción había algo que no encajaba, porque cada bocado que daban podía ser el último. Tenían la misión de catar los alimentos que iban servir a Adolf Hitler comprobando que no estuvieran envenenados. La particular historia de este grupo salió a la luz cuando Margot Wölk, por entonces de 95 años, daba a conocer su experiencia al periódico alemán ‘Der Spiegel’. Decidió romper 71 años de silencio y contar cómo cada día, a las 8 de la mañana, la SS venía a buscarla. Ella y sus compañeras se sentaban a la mesa a unos tres kilómetros de la Guarida del Lobo, el cuartel general donde se refugiaba el Führer. Llegó a declarar: «Llorábamos como perros de alegría por haber sobrevivido» después de cada bocado . Su testimonio inspiró en 2018 una novela histórica escrita por Rosella Postorino titulada ‘La catadora’. Y este año, el director italiano Silvio Soldini estrena ‘Las catadoras’, una película inspirada en los eventos descritos por el relato de Wölk sobre estas mujeres que hicieron de conejillo de indias. Un capítulo de la historia poco conocidoWölk era una joven de 24 años que había rechazado unirse a la Liga de Chicas Alemanas (BDM), y cuyo padre había sido arrestado por no inscribirse al partido nazi. Pero, como señala el periódico germano el giro de los acontecimientos la convirtieron en la ayudante de Hitler. «Cada día, su vida pendía de un hilo por un hombre al que despreciaba», afirmaban.Noticias relacionadas Monthe Athos La ‘república’ europea en la que están vetadas las mujeres desde hace más de mil años Alexia Columba Jerez Los documentos inéditos que hablan de lo que ocurrió en el único campo de concentración nazi en suelo británico Alexia Columba JerezPor entonces, era una secretaria que había huido del apartamento de sus padres en Berlín donde los bombardeos eran continuos. Se fue a vivir a la idílica casa de su suegra en Gross-Partsch, un pueblo de Prusia Oriental (actual Parcz, Polonia). Sin embargo, «el alcalde del pequeño nido era un viejo nazi», relataba Wölk. Apenas llegó, las SS se presentaron en la puerta y dijeron: ‘¡Ven con nosotros!’».En la imagen, Margot Wölk capturaLa llevaron a un cuartel de dos plantas en la cercana Krausendorf, allí los cocineros preparaban la comida. «El servicio llenaba las bandejas con verduras, salsas, fideos y frutas exóticas, colocándolas en una sala con una gran mesa de madera, donde había que probar la comida», comentaba Wölk. «Nunca había carne porque Hitler era vegetariano. La comida era buena, muy buena. Pero no podíamos disfrutarla». Durante dos años se repitió esa rutina. Sin embargo, el 20 de julio de 1944 hubo un punto de inflexión , cuando el coronel Claus von Stauffenberg a las 12,35 horas dejó su maletín con explosivos debajo de la mesa de la sala de conferencia donde estaba Hitler. Siete minutos después, la bomba se detonaría hiriendo, pero no matando, al dictador. «La explosión nos arrancó de los bancos de madera», recuerda Wölk. Entonces alguien gritó: «¡Hitler ha muerto!». Pero el plan de asesinato había fracasado. T ras ese suceso, la paranoia se instaló entre los oficiales alemanes. La seguridad en torno a la Guarida del Lobo fue reforzada, y a los catadores ya no se les permitía vivir en sus casas . Fueron trasladados a una escuela vacía cercana. «Nos vigilaban como animales enjaulados», indicaba Wölk.Pero el verdadero cambio para la joven vino cuando una noche un oficial de las SS usó una escalera para entrar en la habitación donde dormía y la violó. Wölk contó que nunca se había sentido tan indefensa. A la mañana siguiente, la escalera seguía tirada frente al edificio y solo podía fingir normalidad. Pero fuera de ese mundo las cosas eran todo menos normales. Con el pasar de los días el ejército soviético se iba acercando a la Guarida del Lobo. Una vez más fue un giro de guión el que volvió a cambiar la vida de esta alemana. Un teniente salvó a Wölk al subirla a un tren a Berlín . Volvería a verlo tras la guerra y le contaría que el resto de sus compañeras catadoras habían sido fusiladas por los soviéticos.Wölk, además, cuenta que al intentar regresar a Schmargendorf, cayó en manos del ejército soviético. Durante dos semanas, la violaron repetidamente, causándole heridas tan brutales que nunca pudo tener hijos. «Estaba tan desesperada», susurra la mujer de 95 años. «No quería vivir más». Fue su reencuentro con su marido lo que salvó su vida una segunda vez.Su historia atrajo la atención de periódicos de medio mundo que se hicieron eco de su relato. Sin embargo, el escritor alemán Sven-Felix Kellerhoff puso en duda su testimonio. Argumentaba que Hitler sufría de problemas digestivos. Por ello en lugar de consumir las comidas preparadas para su círculo íntimo, contrató a un dietista que le preparaba menús especiales cerca de su búnker. Asimismo, Felix Bohr en su libro ‘ Antes de la caída: los años de Hitler en la Guarida del Lobo’ , destaca que no hay fuentes que confirmen la historia de Wolk. «No hallé fuentes que verifiquen su testimonio. Pero tampoco pruebas que lo desmientan», dijo al medio »Deutsche Welle’. El director Soldini ha llegado a comentar que le da igual si es cierta o no esta historia «la película y el libro dicen algo importante sobre el poder, la dictadura, la violencia y su impacto en las mujeres». Y para los actores es especialmente relevante en un momento en que en Alemania se está alzando con fuerza la extrema derecha entre los jóvenes.

Fuente: abc.es

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