
««Cuando les das dinero, ellos hacen lo que diablos tú quieras que hagan». Donald Trump lo decía en una entrevista con ‘The Wall Street Journal’ en julio de 2015, pocas semanas después de haber presentado su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Era entonces la sensación de las primarias republicanas a golpe de ‘boutade’, haciendo las delicias –como siguen haciendo hoy– de los medios. Decía aquello porque se descubrió que había donado en el pasado a las campañas de demócratas, como Hillary Clinton , quien al año siguiente sería su rival.La habilidad de Trump fue convertir aquel lastre en un trampolín. Preguntado por esa declaración pocas semanas después, en un debate de candidatos, defendió que eso es la muestra de la corrupción instalada en Washington, de que «el sistema está roto». Él, alguien al que le sobran los millones (algo cuestionable para alguien que ha encadenado bancarrotas), lo cambiaría.Pasamos adelante la cinta de la historia de Trump casi una década y nos encontramos que el actual presidente debe estar obligado a hacer lo que diablos quiera mucha gente.Noticia Relacionada De Cuba a Venezuela estandar Si El Supremo permite a Trump expulsar a otros 500.000 inmigrantes David Alandete y javier Ansorena Con esta decisión, se amplía a casi un millón el número de personas expuestas a la expulsión desde el regreso de Donald Trump al poderEn su regreso al poder, Trump ha roto moldes de todo tipo. Entre ellos, el de los límites éticos de mezclar los negocios personales y familiares con el interés público. En estos cuatro meses largos en la presidencia de EE.UU., Trump y su familia han dejado claro que no están interesados en evitar ese conflicto. Todo lo contrario: han abierto la ventanilla.Una parte importante tiene que ver con el sector de las criptomonedas . Trump las despreció en el pasado –dijo que eran una «estafa»– y ahora alardea de ser el «primer cripto-presidente». A comienzos de mayo, poco antes de que su gira por Oriente Próximo, se conoció que un fondo soberano de Abu Dabi cerró una inversión de 2.000 millones de dólares con la plataforma Binance utilizando una ‘stablecoin’ –una criptomoneda de valor estable– de World Liberty Financial, firma inversora controlada por Trump y su familia. Y ocurrió poco antes de que el presidente permitiera a Emiratos Árabes Unidos –del que forma parte Abu Dabi– la compra de semiconductores avanzados del sector de la inteligencia artificial, algo que hasta ahora se había restringido. En parte, por la preocupación de que acaben en manos de China.Sin dejar el mundo critpo, hay otros ejemplos más groseros. Trump lanzó su propio ‘meme coin’ –una criptomoneda sin utilidad tecnológica, con el único fin de ser especulativa– tres días antes de jurar su cargo en enero. El valor de $TRUMP, que así se llama, se disparó, se hundió y se estabilizó en un valor de unos diez dólares. En el camino, muchos pequeños inversores perdieron dinero. Y Trump y su familia se han embolsado cerca de 320 millones en las tasas que se cobran por los intercambios.Su uso fue ya descarado cuando Trump anunció en abril que invitaría a una cena de gala, presidida por él mismo, a las 220 personas que más inversión acumularan en $TRUMP. Era, a todas luces, una subasta de acceso al presidente de EE.UU., con muchas regulaciones sobre el sector en juego, con el dinero yendo directamente a su cuenta.Trump anunció en abril que invitaría a una cena de gala, presidida por él mismo, a las 220 personas que más inversión acumularan en $TRUMPPero hay más. Mientras Trump era agasajado en Qatar en esa misma gira por Oriente Próximo, la compañía familiar –manejada por sus dos hijos mayores, Eric y Donald Jr .– cerraba un acuerdo multimillonario para construir allí un resort de lujo, en el que participa una firma del Gobierno del país. El negocio familiar está ampliando su presencia también en Arabia Saudí, Omán y Emiratos Árabes Unidos.Y también lejos de esa región. A la vez que el equipo comercial de la Casa Blanca se reunía con el Gobierno de Vietnam para negociar aranceles, los hijos de Trump se apuntaban un negocio inmobiliario multimillonario en el país asiático.Contratos millonariosLos negocios no se circunscriben a los dos hijos varones mayores de Trump. Melania, la tercera y actual esposa del presidente, firmó un acuerdo de 40 millones de dólares para una película documental con Amazon, el gigante liderado por Jeff Bezos, quien tiene numerosos contratos con el Gobierno. La que un día fue la hija favorita de Trump, Ivanka, ahora algo distanciada, no ha dejado de hacer dinero con su marido, Jared Kushner, quie tniene grandes negocios en Arabia Saudí y planea un desarrollo turístico en Serbia de la mano del Gobierno local. En él también participa la Trump Organization. Hasta en los negocios menos problemáticos, tratan de sacar partido de la presencia del patriarca en la Casa Blanca: han abierto un club exclusivo en Washington –500.000 dólares para ser miembro– con el nombre de ‘Executive Branch’ (‘Poder Ejecutivo’). Incluso Barron, su hijo pequeño, es uno de los ‘embajadores’ de World Liberty Financial.Todo esto no tiene precedentes en EE.UU. Ni siquiera para el propio Trump, que mantuvo una actitud mucho más cauta en su primer mandato. Sus hijos se abstuvieron de hacer negocios en el extranjero. El escándalo de entonces fue que se gastaba mucho dinero en seguridad en sus viajes constantes a Mar-a-Lago. O que su empresa hizo dinero alojando a mandatarios extranjeros en su hotel en Washington. Migajas, a la luz de lo que ocurre ahora.El primogénito de Trump, Donald Jr., dejó claro que no tienen ni siquiera la intención de aparentar que cumplen con sus propios estándares éticos del pasado. «En el primer mandato, dijimos que no íbamos a hacer negocios en el extranjero», señaló el mes pasado en un foro económico en Qatar. «La realidad es que eso no impidió que los medios dijeran sin parar que nos aprovechábamos. Lo paramos todo, incluso los acuerdos que eran totalmente legítimos, y eso no paró la locura. Así que esta vez nos dijimos: vamos a cumplir con las reglas, pero no vamos a ir tan lejos como para paralizar nuestros negocios para siempre».El primogénito de Trump, Donald Jr., dejó claro que no tienen ni siquiera la intención de aparentar que cumplen con sus propios estándares éticos del pasadoEsa forma de hacer negocios de los Trump hunde todos los estándares conocidos sobre conflictos de interés. Legalmente, el presidente de EE.UU. está exento de ellos, pero la costumbre impone guardar distancia con los negocios mientras se está en la Casa Blanca. Los escándalos del pasado son risibles comparados con el tamaño y el ámbito de los negocios de los Trump. Por ejemplo, los negocios turbios en Ucrania y China de Hunter Biden , el hijo del anterior presidente, son minúsculos en comparación y no iban al bolsillo del padre y mandatario. O la polémica en la campaña presidencial de 2016 por la aceptación de fondos extranjeros –incluidos Arabia Saudí y Qatar– por parte de la Fundación Clinton. «Esta gente mata a mujeres, las trata de manera horrible. Y, con todo, aceptas su dinero», afeó a Hillary Clinton.«Mi objetivo es mantener el dinero extranjero fuera de la política estadounidense», declaró entonces Trump, en una proclamación que ahora parece una broma.La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha defendido que es «absurdo» pensar que Trump se aprovecha de la Casa Blanca para ganar dinero y que él está apartado de sus negocios, que los gestionan sus hijos a través de un fideicomiso (contra la tradición de los presidentes, ese fideicomiso no es ‘ciego’). Añadió que el presidente «era increíblemente exitoso antes de dejarlo todo para estar al servicio del país».Liquidez en peligroLa historia puede verse de otra manera: su popularidad y llegar a la presidencia es lo que ha salvado económicamente a Trump, además de esquivar sus imputaciones penales. Hace poco más de un año, su liquidez estaba amenazada: la justicia de Nueva York le exigía una fianza de 454 millones de dólares para cubrir una sentencia civil por inflar el valor de sus activos y solo tenía 413 millones líquidos. Logró un acuerdo para reducir la fianza e hizo una jugada maestra inmediatamente después: sacar Truth Social, su red social, a bolsa . Con el creciente favoritismo de Trump para ganar la elección del pasado noviembre, su valoración se disparó . A punto de la victoria en las urnas, inició sus negocios cripto. Y, después, muchos han buscado meter dinero en sus negocios con la esperanza de que les trate bien. El resultado: según los cálculos de ‘Forbes’, Trump ha duplicado su fortuna respecto a comienzos del año pasado: de 2.300 a 5.100 millones de dólares.Quizá lo más asombroso es que todo esto no ha provocado grandes escándalos en EE.UU. El país tiene la piel dura con Trump, que navega como nadie en la polémica. Solo el episodio del avión presidencial regalado por Qatar –quizá el más fácil de entender, pero no el más grave– se ha hecho hueco en la opinión pública.Solo el episodio del avión presidencial regalado por Qatar –quizá el más fácil de entender, pero no el más grave– se ha hecho hueco en la opinión públicaNi siquiera los demócratas hacen gran hincapié en ello, quizá sabedores de que el país no presta atención a que un millonario haga más millones. Aunque, en el camino, los intereses del Trump empresario no siempre se alineen con los suyos.
Fuente: abc.es