
En el nordeste de Italia en plena República Romana existió un rio de una extensión relativamente corta, su importancia para Roma no era esencialmente hídrica, sino geopolítica, lo llamaban El Rubicón. Todos los generales o gobernadores provinciales tenían prohibido cruzarlo con sus tropas, ya que este servía como frontera natural entre Roma y Las Galias, y atravesarlo sin autorización del Senado, significaba una abierta declaración de guerra. En el año 49 a.c con la frase “La suerte está echada”, el general Julio César, hombre ambicioso y decidido, se atrevió a desafiar el poder romano cruzando con su ejército el pequeño riachuelo con la intención de ponerle fin al desordenado e inestable mandato de Pompeyo. Esa acción, marcó el inicio de una guerra civil en Roma.
Desde ese entonces, la expresión “cruzar el Rubicón” está asociada al reto; al estar dispuesto a trillar el sendero de lo intrépido y arriesgado; al punto de no retorno, donde se deben asumir las irreversibles consecuencias que emanen de nuestras acciones. Guardando las proporciones impuestas por el tiempo y el espacio, en pleno siglo XXI existen un sinnúmero de personas que al igual de Julio César, tienen la osadía de desafiar la frontera invisible que separa la convicción de la imposición.
El sistema educativo dominicano está plagado de docentes que a diario tienen que cruzar el Rubicón. No el Rubicón de las legiones romanas, sino aquel que se encuentra en el corazón mismo de nuestras aulas sobrepobladas, empobrecidas y destartaladas, donde la vocación choca de manera trágica con la miseria, donde el saber tropieza con el desamparo y la indiferencia del imperio del papel, el trámite, la chabacanería y “la evidencia” llamado Ministerio de Educación. Un órgano que al igual que el senado romano, maquina en contra de todos los que como Julio César reclaman por una transformación, llegando a cuestionar hasta la vocación misma de los soldados que tienen que obedecer sus ilógicas disposiciones.
Cada maestro, armado apenas con la luz de su formación y el incansable compromiso que impone la conciencia, se ve forzado a franquear una línea que al igual que aquel rio, divide el deber del conformismo. Dia a día, nos ponemos a las orillas del Rubicón no apertrechados con lanzas, espadas y pesadas armaduras como los miembros de la legión XIII, sino cargados de una asfixiante lista de asignaciones burocráticas, tan estériles, como las inoperantes mentes que las engendraron. Nos colocamos a la orilla de aquel riachuelo, con la desazón que produce la impotencia de saber que los males engendrados en la paz de La Curia (lugar donde se reunía el senado romano), lo tienen que pulgar los legionarios que están en la hostilidad de la guerra. Esto último es esencialmente, la causa de que muchos al igual que Julio César se animen a cruzarlo.
¿ A caso no es un motivo poderoso para cruzar el Rubicón y poner a arder a Roma si fuera necesario, la incómoda situación que enfrentan los docentes y estudiantes de la Escuela Hilma Contreras de la comunidad de Mata Larga en nuestro municipio de SFM, quienes tienen 5 grados en una sola aula, y como si fuera poco, desprovistos de baños y conserjes; ¿O por las penurias que atraviesan los maestros y estudiantes de la Escuela Salvador Then del Sector 27 de Febrero, donde 400 alumnos tan solo disponen de un baño por género para realizar sus necesidades?, ¿Sería descabellado dragar el Rubicón si así las circunstancias lo imponen, para transformar la realidad de la Escuela Eusebio Manzueta de Cuevas, donde solo existe una aula dividida con láminas de cartón para poner en funcionamiento 4 grados, mientras los dos restantes se encuentran dentro de la dirección?, ¿ O por los valientes maestros de la Escuela Ángela Marte de la apartada localidad de Chinguelo, quienes día tras día enfrentan las penurias de transitar hora y media por caminos vecinales inservibles para llegar a un espacio sin cocina ni salón de profesores, donde aparte de maestros, son también conserjes y porteros?
Pese a las dificultades y retos que enfrentamos los docentes y los alumnos dentro del descalabrado sistema educativo dominicano, encontramos ejemplos como el de Julio César en cada director y miembro del equipo de gestión que se ve compelido a tomar una medida que puede ser asumida por muchos como impopular e improcedente. Hay también una réplica de él, en cada psicólogo y orientador que se atreve, sin respaldo alguno, a embarcarse en la desafiante misión de transformar la patológica conducta que exhiben algunos estudiantes, comprometiendo en muchos casos, su propia estabilidad emocional. Se encuentra un legionario, en el estudiante que pese a las deprimentes condiciones que le impone el sistema, toma su mochila y la repleta de sueños con los que pretende transformar su realidad. También hay un duplicado perfecto de Julio César, en cada dirigente de ADP ya sea nacional, municipal o de unidad de base que no tan solo enfrenta la ofensiva de las milicias de Pompeyo, sino también las lanzas de los integrantes de su propia legión.
Dentro de cada uno de nosotros se esconde un ejemplo vivo del Julio César reformador, y emular su hazaña en la actualidad no requiere de un esfuerzo militar, sino moral. Como docentes con un nivel de compromiso similar a los legionarios, debemos continuar cruzando el Rubicón una y otra vez, hasta que Roma cambie o desaparezca.
La entrada Los Maestros que cruzan El Rubicón se publicó primero en Periódico EL JAYA.
Fuente: santiagodigital.net