
«El presidente de Polonia no tiene tanto poder como el de Francia, pero es comandante en jefe de las fuerzas armadas, ayuda a determinar la política exterior y, sobre todo, firma las leyes. Esta última tarea lleva desde 2023 sirviendo a Andrzej Duda para hacerle la vida imposible al primer ministro, Donald Tusk .Haciendo uso de su derecho a veto o enviando las leyes al Tribunal Constitucional, está impidiendo los cambios que prometió Tusk en campaña. La impaciencia comienza a hacer mella en el electorado liberal , tentado a desbarrar hacia opciones antisistema.Ahora que Duda no puede presentarse a otro mandato más, de las elecciones presidenciales polacas que se celebran este domingo depende que Tusk pueda o no sacar adelante, con la frente más o menos alta, una legislatura que se está torciendo sin remedio.Noticia Relacionada estandar Si Alemania detiene a tres ucranianos que planeaban ataques por orden de Rusia Rosalía Sánchez «Estamos observando un aumento agresivo de este tipo de sabotajes», admite la Inteligencia germanaParticularmente importante es la reversión de la reestructuración del poder judicial, que el partido nacionalista Ley y Justicia (PiS) dejó convertido prácticamente en un apéndice del Ejecutivo. Si Duda, cercano al PiS, es sucedido por Karol Nawrocki, candidato independiente pero respaldado también por Kaczyński y compañía, es probable que continúe el estancamiento. De entre la docena de candidatos que se presentan a esta primera vuelta, la progresía polaca tiene puestas sus esperanzas en el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski , quien ya se postuló hace cinco años y perdió ante Duda en la segunda votación. Lo más probable es que ninguno de ellos obtenga la mayoría absoluta y que los polacos vuelvan a votar el 1 de junio, pero el resultado puede convertirse en una primera sentencia y la campaña electoral está siendo desacostumbradamente intensa.«¡Tu jest Polska!» (¡Aquí está Polonia!), gritaba enfervorecida la multitud, la semana pasada, en un acto electoral de Karol Nawrocki en la pequeña ciudad de Grojec, a unos 40 kilómetros de Varsovia. El centro cultural local fue el escenario sobre el que desplegó un discurso hostil contra Europa y muy particularmente contra Alemania . «No seremos los ayudantes de cámara ni lacayos de nuestros vecinos occidentales», gritó con el puño en alto, tras presentarse como un «presidente fuerte para tiempos difíciles».Nawrocki es un historiador de Gdansk que preside el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia desde 2021 y que fue hasta entonces director del Museo de la Segunda Guerra Mundial en dicha ciudad. Su discurso está plagado de citas históricas, victimismo nacional y tics trumpistas. A principios de mayo, Nawrocki fue recibido en la Casa Blanca. «Ganarás», le dijo el presidente de Estados Unidos, y él lo publicó muy orgulloso X.La progresía polaca tiene puestas sus esperanzas en el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski EFELo cierto es que las encuestas están encabezadas por su rival, Trzaskowski, que se presenta por la Coalición Cívica (KO) liberal-conservadora de Tusk y que, a diferencia de Nawrocki, no carece de experiencia política. Ha promovido activamente una mayor integración con la Unión Europea y políticas progresistas en temas sociales. Ha sido ministro de Administración y Digitalización y eurodiputado. Habla cinco idiomas y participa regularmente en los desfiles LGBT de Varsovia. Su campaña se ha centrado en fortalecer la democracia, mejorar las relaciones con Bruselas y garantizar derechos civiles , incluyendo la liberalización de las leyes sobre el aborto. Cuenta con el 32,6% en las encuestas, frente al 26,4% de Nawrocki, pero nada está todavía decidido. En tercer lugar, en esas mismas encuestas, aparece Slawomir Mentzen, del partido de derecha Konfederacja, que después de la primera ronda de votación probablemente derive sus votos hacia Nawrocki.Los perfiles de los candidatos están tan bien definidos que la campaña ha girado no en torno a sus ideas, sino en torno a un verdadero culebrón. En un debate televisado, Nawrocki se pasó de frenada y dijo, como prueba de su pobreza, que sólo posee un apartamento, «como el polaco promedio». Los medios polacos no tardaron en revelar que posee un segundo apartamento en Gdansk, que además le fue transferido por un pensionista en circunstancias dudosas. Nawrocki alegó que el apartamento le pertenecía porque había cuidado al anciano enfermo y después el pensionista desapareció, aunque esto último terminó siendo también mentira. Un equipo de investigación encontró al hombre de 80 años en un asilo municipal cuya cuota paga la ciudad de Gdansk. La imagen de Nawrocki se debate ahora entre la de un sospechoso de haber estafado a un anciano indefenso y la de un luchador con difícil pasado: creció en un distrito de clase trabajadora de Gdansk, ganó un título como boxeador amateur y trabajó como portero mientras estudiaba.Su contrincante, Trzaskowski, se ha beneficiado de estas dudas razonables y además está explotando con bastante más inteligencia la actual situación de seguridad, a la que los polacos, por muy polarizados que estén, no son ajenos. «Aquí discurre la frontera entre dos mundos, custodiada por soldados polacos. Es el mundo de la democracia y el mundo de la violencia», decía en uno de sus últimos mítines y refiriéndose a la frontera con la autoritaria Bielorrusia, aliada de Moscú, a 80 kilómetros de la ciudad polaca de Lublin. En esta situación, el europeísmo es la baza de la seguridad . Su mejor argumento es que «tenemos que mantener una UE unida porque, si tenemos un frente unido en Europa, Putin no se atreverá a atacar».
Fuente: abc.es