
«El apretón de manos más esperado en Oriente Medio tuvo lugar por fin ayer, a las once cuarenta y cinco de la mañana (seis horas más en España), en los jardines de la Casa Blanca. A sugerencia del presidente norteamericano, Bill Clinton, el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, rubricaron con su primer saludo, mucho más efusivo por parte de este último, el acuerdo de paz recién firmado por Simón Peres y Abu Mazen. Era el nacimiento de Palestina y la paz en la Tierra Prometida. Era, sin duda, el principio del fin de una guerra demasiado larga.Con una entrada en escena al estilo de la gala de los Oscar, el trío Arafat-Clinton-Rabin salió al jardín de la Casa Blanca, donde aplaudían en pie los tres mil invitados al histórico acontecimiento. Tras los discursos iniciales, la emoción llegó al máximo en el momento de la ceremonia de firma del acuerdo de autonomía palestina por Simón Peres y Abu Mazen. Era un «milagro» que se hacía realidad ante los ojos llorosos de la mayoría de los protagonistas, desde el presidente Cárter, que lo inició en Camp David, hasta el presidente Bush, que lo reanudó en Madrid o el ministro noruego, Jurgen Holst, que llevó a buen puerto esta declaración de principios y el reconocimiento mutuo entre Israel y la OLP. En sus palabras de bienvenida, Clinton deseó «la paz de los valientes a los hijos de Abraham» y prometió el apoyo de Estados Unidos para garantizar la seguridad de cada israelí y el buen término del proceso de reparto de la Tierra Prometida. Dirigiéndose a Rabin y Arafat, el presidente norteamericano manifestó que «este día os pertenece: Shalom, Salam, Paz». Tras proceder a la firma, el ministro Simón Peres señaló que «esto es más que un acuerdo, es una revolución», y empleó un juego de palabras para subrayar que «así como nuestra tierra es pequeña, nuestra reconciliación tiene que ser grande». Para el artífice del acuerdo, el «triángulo vital» entre judíos, palestinos y jordanos se convertirá en un factor de dinamismo y estabilidad en todo Oriente Medio. Pero el discurso más esperado era el de Isaac Rabin, el hombre que dirigió la conquista militar de Cisjordania y Gaza y que, tras pasarse la vida combatiendo, logró ayer la paz con su principal enemigo. «No es fácil. No es fácil para mí…», comenzó Rabin, con una sinceridad poco frecuente en actos diplomáticos, para explicar a continuación la necesidad de aceptar tragos amargos «por la seguridad de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos». Poco a poco, Rabin adoptó un tono más optimista hasta terminar prometiendo solemnemente a los palestinos: «Estamos decididos a vivir juntos en el mismo suelo. ¡Basta ya de sangre! ¡Basta ya!»Arafat, que se dejó la pistola en el hotel pero compareció con su uniforme militar y su kafi de alambradas ya que «son su segunda piel», según uno de sus colaboradores, pronunció todo su discurso en árabe, llamando a la unidad de todos los palestinos de los territorios ocupados y de la diáspora en el momento que marca el amanecer de su futuro Estado. Tras desear la paz a los ciudadanos y representantes de Israel, Arafat afirmó en tono conciliador que «el ejercicio de nuestro derecho a la autodeterminación no violará el derecho de otros pueblos a su propia seguridad». El jefe de la OLP concluyó sus palabras manifestando en inglés al presidente Clinton «gracias, gracias, gracias» y extendiendo de nuevo la mano a Isaac Rabin, que no se movió un centímetro para aproximarse a Arafat pero correspondió de nuevo a su saludo. No hacía falta más. Las pérdidas de vidas humanas por ambos lados están todavía muy frescas y seguían produciéndose incluso en esta jornada de paz.Israel y la OLP negociaron el principio del fin de la guerra hasta el último minuto, como puso de manifiesto el tesón con que los representantes de la OLP insistieron en cambiar las palabras «delegación palestina» para poner en su lugar «OLP» en el preámbulo del acuerdo, según fuentes de la Casa Blanca que requirieron el anonimato. El cambio se realizó minutos antes de que comenzara la ceremonia de la firma en el Salón Azul de la Casa Blanca. La ceremonia de ayer, como recordó el ministro ruso, Andrei Kozirev, es sobre todo «el comienzo de un camino», que judíos y palestinos emprenden al cabo de 46 años. Terminada la fiesta, llega el retorno al trabajo. Jordania e Israel firmarán hoy su acuerdo de principios sobre la agenda de la paz mientras EE.UU. sigue presionando a Jerusalén y Damasco para que no se hagan los remolones. Washington está dispuesto a ayudar, y la última oferta de Warren Christopher ha sido el envío de soldados norteamericanos a los Altos del Golán.
Fuente: abc.es